Hemos llegado tan lejos. Hemos explorado, mapeado y entendido todo nuestro mundo. Desde nuestra nueva perspectiva, miramos hacia atrás y sentimos un nuevo sentido de responsabilidad, de custodia. Nos preguntamos cómo podemos proteger nuestro mundo, sanarlo y transmitirlo de forma segura a nuestros hijos?
Nuestro viaje como especie hacia el dominio de la tierra es paralelo al viaje de cada vida humana desde el infante temeroso hasta el anciano sabio. Comenzando en un ambiente misterioso, impredecible e incierto, el bebé busca el apoyo, la estabilidad y el cuidado de sus padres. Nuestros ancestros antiguos buscaron en los dioses la esperanza y la certeza.
Desarrollar un sentido de esperanza y confianza de que estamos protegidos y animados a crecer y ocupar nuestro lugar en el mundo.
La autonomía y la exploración independiente vienen después. Habilidades y habilidades de aprendizaje. Fabricando las primeras herramientas, aprovechando el fuego, vistiéndonos para el viaje de descubrimiento que viene en nuestra expansión fuera de África. Luego, el niño pequeño se pone en acción e interacción vigorosa, a veces agresiva. Viendo lo lejos que pueden llegar, lo que pueden llegar a ser.
Luego viene la industria y la competencia. Lectura, escritura, números y geometría. Ganar confianza en que pueden entender el funcionamiento de la creación, crear y establecerse a través de sus esfuerzos.
El niño se convierte en adulto, los seres humanos desarrollan la civilización. Ambas conducen al nacimiento de la pregunta tan bien resumida por el pintor Paul Gauguin en su obra maestra de 1897 ‘¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos? ¿Adónde vamos?’ Rebelión, búsqueda de sentido e identidad. Mirándonos de nuevo a nosotros mismos, cuestionándonos, remodelando nuestro lugar en el mundo.
Si tenemos suerte, aprendemos a compartir, a discutir, a comprometernos unos con otros y a construir un futuro mejor para nosotros y nuestras familias. La virtud, el amor, la paz, en lugar de la independencia o la fuerza bruta se convierten en nuestros objetivos.
Cuidando, nutriendo, manteniéndose a salvo. Mirando hacia atrás a nuestros grandes logros, corrigiendo nuestros errores. Somos sabios.
Aquí estamos hoy. Todos entendemos nuestra gran responsabilidad de proteger nuestro mundo, de transmitirlo de forma segura a las próximas generaciones. Los bosques, los océanos, el aire que respiramos. La belleza de nuestro mundo y toda su vibrante vida es nuestra mayor posesión, pero no podemos volver a ser infantes. El conocimiento, la tecnología y la civilización que hemos desarrollado es nuestro otro gran regalo.
En nuestra juventud, hemos sido descuidados, pero ahora entendemos que la ciencia y la tecnología deben ser moldeadas para proteger y sostener nuestro hermoso planeta, y no al revés.
La nanotecnología es el mejor ejemplo de nuestra actitud responsable y cuidadosa hacia la innovación. Aprovechar la ciencia y la ingeniería de vanguardia para reducir el impacto medioambiental y con nuestro conocimiento de los sistemas biológicos para garantizar que sólo se utilizan los compuestos que sabemos que son completamente seguros.
Proteger, cuidar, nutrir. La nanotecnología es el símbolo de nuestra nueva y sabia determinación.
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